Carrera de obstáculos: ¿Por qué la mayoría de los productores no utiliza herramientas de gestión?
El INDEC publicó el Censo Agropecuario 2018 y confirmó algunas realidades que definen el perfil de los ganaderos en el país. ¿Y ahora? ¿Cómo avanzar?
La publicación del Censo Nacional Agropecuario 2018 brinda información muy valiosa para el establecimiento de políticas para el sector y para conocer mejor cómo es la estructura productiva de uno de los principales motores de la economía argentina. En primer lugar, los datos. Si comparamos los resultados con los censos anteriores, de 1988 y 2002, vemos que no solo se redujo drásticamente la cantidad de Explotaciones Agropecuarias (EAP), que pasaron de 249.984 en 1988 a 130.803 en 2018, sino que en 30 años las existencias de ganado bovino han caído en casi un 15%. A esto se suma que el stock bovino por habitante ha disminuido considerablemente desde mitad del siglo pasado hasta hoy, ya que mientras en 1952 era de 2,56 hoy es de 0.9.
Información confiable
Un dato siempre controvertido ha sido el stock de bovinos del país, que se calcula a través de las campañas de vacunación (tal vez de mayor grado de precisión) y otras bases secundarias, que muestran ciertas incongruencias. Por citar un caso puntual, en la presentación del plan de enfermedades venéreas del Partido de Rauch, en 2018 la Fundación Rauch para la Erradicación de la Fiebre Aftosa indicaba la existencia de 550.000 cabezas de ganado bovino, mientras que los datos oficiales para el año 2017 del Sistema Integrado de Gestión de Sanidad Animal SIGSA-SENASA mencionaban para ese mismo partido de Buenos Aires la existencia de 392.891 bovinos. En ese sentido y con el mismo grado de inconsistencia, el Censo Agropecuario 2018 indica que el stock total de bovinos es un poco más de 40 millones y, según datos aportados por la base SIGSA-SENASA, éstos superan los 50 millones (en 2017 contabilizaron 53.3 millones de cabezas). Un punto de partida para establecer políticas adecuadas podría (y debería) ser crear bases consistentes entre distintas jurisdicciones y organismos que permitan tomar decisiones que abarquen aspectos sanitarios, económicos y fiscales de manera integral y creando reglas claras para todos los actores de la cadena productiva.
Sin educación no hay gestión
Otro dato que debemos tener en cuenta es el del nivel educativo y de preparación técnica del productor (explotación agropecuaria con forma jurídica persona humana). De un total de 211.928 casos, 12.630 personas no saben leer y escribir (6%) y la mitad solo tiene completo el nivel primario. Asimismo, el 92% alcanzó a completar algún nivel educativo que no guarda relación con la actividad agropecuaria. Sin dudas, el tema de la educación y la capacitación específica para llevar adelante la administración de un establecimiento es un tópico a tener en cuenta si queremos superar algunas barreras históricas y promover cambios en el sector.
Las sociedades más innovadoras y desarrolladas tienen a los sistemas educativos en lo más alto de sus niveles de prioridades y los índices de alfabetismo superan con creces los de nuestro país. De nada sirven páginas web llenas de información y capacitaciones on line para una persona que no sabe leer, escribir, o no tiene computadora ni internet. En el diagnóstico de las principales problemáticas no debe omitirse la relación directa entre el nivel educativo y la productividad de los establecimientos.
Asesoramiento y gestión, ausentes
Esto nos lleva a otro aspecto que advertíamos hace un tiempo en la Revista NOTICIAS de Laboratorio Azul y luego en el Newsletter del Instituto de Economía de la UNICEN: la ausencia del uso de herramientas de gestión en la empresa ganadera. Casi la mitad de los EAP con “alguna” gestión técnico-administrativa no realizan cálculos económicos. Si comparamos con el total de EAP la proporción es más desalentadora (ver gráfico N° 1). ¿Reciben acaso asesoramiento externo? Los datos parecen indicar que no. Aproximadamente un tercio de las EAP recibieron “algún” asesoramiento técnico. Se deduce, por lo tanto, que, en el caso de los establecimientos dedicados a la actividad pecuaria, un porcentaje mucho menor recibe la visita de un profesional veterinario o un agrónomo (ver gráfico N° 2). La estratificación de los establecimientos censados nos muestra que el 80% de los productores tienen como máximo 500 hectáreas. Son pequeños productores cuya escala no les permite obtener grandes ganancias, por lo tanto, es imperioso que con los escasos recursos que cuentan obtengan la mayor productividad posible. Sin cálculos económicos y sin asesoramiento externo, parece una meta difícil de lograr.
Las sociedades más innovadoras y desarrolladas tienen a los sistemas educativos en lo más alto de sus niveles de prioridades y los índices de alfabetismo superan con creces los de nuestro país. De nada sirven páginas web llenas de información y capacitaciones on line para una persona que no sabe leer, escribir, o no tiene computadora ni internet. En el diagnóstico de las principales problemáticas no debe omitirse la relación directa entre el nivel educativo y la productividad de los establecimientos.
Asesoramiento y gestión, ausentes
Esto nos lleva a otro aspecto que advertíamos hace un tiempo en la Revista NOTICIAS de Laboratorio Azul y luego en el Newsletter del Instituto de Economía de la UNICEN: la ausencia del uso de herramientas de gestión en la empresa ganadera. Casi la mitad de los EAP con “alguna” gestión técnico-administrativa no realizan cálculos económicos. Si comparamos con el total de EAP la proporción es más desalentadora (ver gráfico N° 1). ¿Reciben acaso asesoramiento externo? Los datos parecen indicar que no. Aproximadamente un tercio de las EAP recibieron “algún” asesoramiento técnico. Se deduce, por lo tanto, que, en el caso de los establecimientos dedicados a la actividad pecuaria, un porcentaje mucho menor recibe la visita de un profesional veterinario o un agrónomo (ver gráfico N° 2). La estratificación de los establecimientos censados nos muestra que el 80% de los productores tienen como máximo 500 hectáreas. Son pequeños productores cuya escala no les permite obtener grandes ganancias, por lo tanto, es imperioso que con los escasos recursos que cuentan obtengan la mayor productividad posible. Sin cálculos económicos y sin asesoramiento externo, parece una meta difícil de lograr.
*Sebastián Ramón es contador público y magíster en Administración de Negocios. Ejerce como docente universitario en la cátedra de Análisis Macroeconómico (FCE – UNCPBA) y como asesor permanente del Grupo Laboratorios Azul.