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Alarma en el sector porcino por la importación de carne desde Brasil

El ingreso de carne de cerdo se incrementó durante el primer mes del año. Los reclamos de un sector que busca expandirse a fuerza de inversión.



Lo que ocurrió en los últimos dos años con la irrupción de la pandemia de covid-19 y la peste porcina africana (PPA) generó un enorme revuelo a nivel global en el mercado de la carne de cerdo, que tiene a China como protagonista. Como para tener un punto de comparación, la carne de cerdo en el gigante asiático representa algo muy similar a lo que significa la carne vacuna para los argentinos.


Tras la aparición de la enfermedad en los cerdos, que redujo los rodeos, China salió a buscar nuevos proveedores que pudieran abastecer su mercado. Sin embargo, con el freno en el consumo por la pandemia todos los países que competían por ingresar a ese mercado tan apetecible comenzaron a registrar sobrantes que terminaron por depreciar el valor del cerdo en su propios mercados internos.


Los países exportadores -algunos de ellos con monedas depreciadas- comenzaron a colocar cerdo en el mercado internacional a valores que se ubicaron por debajo de los costos. Tal es el caso de Brasil, que comenzó a exportar a precios irrisorios. Como para tener una referencia, en nuestro país el costo de producción de un kilo de cerdo ronda u$s1,65 y en Brasil sólo u$s0,90.


Mientras esto ocurre, abrieron algunas “ventanas de oportunidad” para que ingresen contenedores con carne porcina de Brasil. Esto quiere decir que hay un grupo de empresarios que importa contenedores con cortes porcinos y los vende al mismo precio mayorista que se vende en el mercado local y casi en un pase de manos donde pierden los productores locales y no se benefician los consumidores, se pueden ganar $ 200 por kilo, o el equivalente a u$s0,80. En un contenedor de 25 mil kilos, la cifra oscila los u$s20 mil.


La nómina de empresas que realizan las importaciones se puede consultar en un listado público en la página web de la AFIP. Muchos de ellos son empresarios vinculados al sector ya sea porque descubrieron esta “oportunidad” o porque se dedican a agregar valor a la carne porcina y la transforman en embutidos.


Sólo en diciembre del 2021 ingresaron 5489 toneladas -lo que equivaldría a 219 contenedores- por un total de U$D 14.346.353. Si bien parte de ese ingreso se utiliza para materias primas a las que se les agrega valor, el resto se podría restringir para preservar las reservas del Banco Central y por supuesto proteger a quienes deciden producir e invertir en nuestro país.


Durante enero, la situación se agravó aún más. Las importaciones crecieron 56,4% en comparación con el mismo mes del 2021 y se ubicaron en un 146,3% más que el promedio de todo 2020. Y como si esto fuera poco, cayeron las exportaciones drásticamente, ya que sólo enviamos al exterior el 6,8% de lo que se había exportado en 2021: de 3130 toneladas ahora sólo se exportaron 213. La ecuación de entrada y salida de dólares para el sector porcino es cada vez más deficitaria.


Más allá de las advertencias por las crecientes importaciones (durante 2021 importamos un 104,8% más que en 2022), por ahora el Gobierno no realizó ninguna acción tendiente a evitar la salida de dólares para el pago de un producto que se genera en el mercado interno y que además podría ser una opción saludable y económica para la canasta básica de alimentos.

Las consecuencias ya se sienten en la actividad. Juan Luis Uccelli, titular de JLU Consultora, explicó en diálogo con Ámbito que “muchos productores están advirtiendo que sus matarifes comenzaron a reducir las compras o si lo hacen es con valores a la baja”.


Alejandro Di Palma, productor y empresario del sector porcino aseguró a Ámbito que “importar carne es importar trabajo y producción que se pueden hacer en nuestro país. Luchamos mucho contra esto en el gobierno de Macri pero con las importaciones del año pasado ya lo superamos”.


Di Palma afirmó que lo que esta ocurriendo “es una locura, porque estamos importando a valores por debajo del costo productivo y eso sólo cierra con dólares subsidiados que deberían usarse para apalancar la producción”.


Las críticas del sector y el pedido de revisión de esta situación al Gobierno radican en que lo que ocurre no sólo complica al productor, sino que no beneficia al consumidor, en un contexto en el que faltan dólares que podrían ser mejor utilizados para la importación de productos que no se fabrican en nuestro país o para apalancar la actividad y potenciar su desarrollo.

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