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Diez empresas frigoríficas concentran 55% de los cupos para exportar carne y 61% de la Cuota Hilton

La distribución este miércoles de la Cuota Hilton las volvió a colocar en escena: son un club de 10 empresas frigoríficas que recibirán más del 60% de los certificados oficiales para vender esos cortes vacunos selectos a Europa. Si el negocio es de 300 millones de dólares al año, ese exclusivo grupo recibirá unos 180 millones.



Las mismas 10 empresas son las que recibieron casi 55% de los nuevos cupos de carne con los que el gobierno comenzó en junio pasado a reducir a la mitad los volúmenes de carne vacuna que, al margen de las cuotas arancelarias como la Hilton, colocaba el país en los mercados internacionales, como China, Israel, Chile, Brasil, etcétera. Esos negocios implicaron divisas por más de 2.500 millones de dólares en 2020. Ahora son regulados por el Estado mediante cupos asignados con un dudoso criterio en el que vuelven a ganar siempre los mismos.


¿Quiénes forman parte de este exclusivo club de exportadores de carne vacuna que históricamente han impuesto las reglas de juego en materia exportadora, en especial cuando mete mano el Gobierno mediante cupos, repartos y otro tipo de regulaciones? Hay allí dos grandes grupos brasileños, dos cadenas de supermercados de origen nacional, pero también por varios empresarios nacionales que se hicieron desde abajo y se apoltronaron en el mejor sitio para hacer negocios con la carne vacuna: la exportación.


Gremialmente, este selecto club de los diez forma parte del Consorcio ABC (Argentina Beef Consortium), la cámara que desde principios del milenio preside Mario Ravettino (un ejecutivo sin planta propia), y que ha sido la interlocutora privilegiada de todos los gobiernos.


Ravettino es el único empresario de la carne con entrada asegurada en los despachos de Matías Kulfas y Paula Español, como en otros tiempos también era recibido por Guillermo Moreno en Comercio Interior o en las oficinas de la ex ONCCA. Con las nuevas autoridades ha negociado acuerdos de precios para los cortes populares que los exportadoras vuelcan al mercado local. Pero también los nuevos cupos de exportación y los reglamentos en base a los cuales se distribuye la Hilton, que suelen basarse en la “past performance” (los antecedentes exportadores) y que actúan asegurando siempre un piso de participación de sus socios en esa cuota.


El Consorcio ABC, en realidad, habilita un paraguas más amplio, pues tiene el doble de socios y no se limita a este exclusivo club de los 10. Pero no todas sus empresas asociadas la están pasando igual en esta etapa de violento recorte de las exportaciones con intervención oficial. Hay algunas que debieron reducir sus niveles de faena a la mitad, o porque tenían poca Hilton asignada o porque no tuvieron tanto volumen exportado en 2020, como para acumular past performance. Pero estas diez suelen mantener su faena en niveles aceptables de entre 70 y 80%, gracias a la conjunción de cupos obtenidos y cuotas arancelarias.


Esa es la razón por la cual no se han escuchado demasiadas quejas públicas desde este sector por el cepo exportador, que además muchas veces actúa deprimiendo los valores de la hacienda, es decir de la materia prima que utilizan estos mismos frigoríficos, mejorando de ese modo la ecuación del sector por una baja en ese costo. Desde que se impusieron los cupos algunas categorías, como la de vacas conserva, han bajado hasta un 15%.


Quienes son estos diez grupos económicos que dominan el frente exportador:






En el reparto de Hilton definido hoy por las autoridades del Ministerio de Agricultura hay 33 plantas frigoríficas que recibieron la mayor parte de ese cuota arancelaria para Europa, más algunos grupos de productores y dos o tres plantas nuevas que ingresan al negocio. Pero el club de los 10 acumuló 17.700 toneladas del total de 28.765 toneladas, lo que equivale a más del 61%.


En el caso de los cupos mensuales de exportación para el resto de los cortes vacunos, que en principio tienen vigencia hasta fines de agosto aunque podrían extenderse hasta fin de año, estos diez frigoríficos (en dos casos se suman empresas del mismo grupo económico) acumularon permisos por 15 mil toneladas, sobre un total de 27.600 toneladas habilitadas por mes. Agrupan casi 55% del negocio.


El club más selecto de la carne argentina -donde hay más de cien frigoríficos y empresas con algún tipo de habilitación para exportar y una capacidad ociosa excesiva en muchas otras plantas-, está integrado por:


La SA Importadora y Exportadora de la Patagonia pertenece al grupo de supermercados La Anónima, que solía asociarse con el gobierno de Mauricio Macri por el apellido de sus dueños, los Peña Braun. La firma fue fundada en 1908 en la Patagonia y actualmente es una de las cadenas de supermercados más grandes de Argentina. El grupo tiene dos mataderos propios: Frigorífico La Anónima en Salto (Buenos Aires) y Frigorífico Pampa Natural, en Speluzzi (La Pampa). En 2018, según dice su propia página, exportó carne por casi 100 millones de dólares.


El frigorífico Swift tiene la mayor planta de faena del país al sur de la ciudad de Rosario, aunque en realidad su primer planta estaba en Berisso y fue levantada en 1907. En las últimas décadas pasó por múltiples manos: la estadounidense Campbell, luego el empresario local Carlos Oliva Funes; más tarde el grupo brasileño Friboi, que luego se reconvirtió en JBS, y tras los casos de corrupción acaecidos en la casa matriz de ese grupo pasó a manos de Minerva Foods, otro grupo global con origen en Brasil.


Marfrig, otro grupo brasileño desparramado por todo el mundo, desembarcó en la Argentina en 2007 adquiriendo las plantas de Quickfood, el frigorífico dueño de las tradicionales hamburguesas Paty. Luego vendió parte de sus activos a Brasil Food (BRF), pero volvió a adquirirlos hace poco tiempo, con lo cual se contabilizan como un único grupo económico. Tiene plantas de faena en Hughes (Santa Fe) y en varias localidades.


El grupo Friar SA está conformada por dos grandes frigoríficos, en Reconquista y Nelson (Santa Fe). Nació en los años 60 de la mano de capitales nacionales y sufrió varios periodos de crisis. La más reciente tiene que ver con el grupo Vicentín, un entramado del cual formaba parte aunque no fue incluido en el concurso de acreedores en que ingreso ese conglomerado agroexportador a partir de febrero de 2020. En los últimos meses se anunció su pase a manos de BAF (Buenos Aires Finantial), un fondo de inversiones también vinculado con la láctea SanCor.


El frigorífico Gorina está ubicado en la localidad homónima, en cercanías de la ciudad de La Plata y pertenece desde 1999 a la familia Riusech, de capitales argentinos y orógenes en el negocio de la carne. Carlos Riusech, su presidente, es a la vez el vice del Consorcio ABC. Tiene una capacidad de faena de 27.000 cabezas mensuales y llegó a exportar unas 30.000 toneladas anuales de carne.


El frigorífico Rioplatense, ubicado en el partido de San Fernando, fue fundado en 1974 por la rica familia Constantini. Su planta, una de las más modernas del país, tiene una capacidad de procesamiento de 1.800 cabezas por día.


El frigorífico Arre Beef está ubicado en la localidad de Pérez Milán (Buenos Aires) y también pertenece a una familia argentina, los Borrell, que se inició en el negocio de la carne con un local minorista en 1921. A comienzos de este año registró un serio conflicto con sus trabajadores que llevó a su principal director, Hugo Borrell, a anunciar el cierre de la empresa. Peor la planta permaneció más de un mes cerrada y finalmente volvió a operar.


Los frigoríficos Carnes Pampeanas (La Pampa) y Alberdi (Entre Ríos) pertenecen desde hace algunos meses al mismo dueño, el Grupo Lequio. “Somos una familia de descendientes italianos que a través de los años fuimos perfeccionando el oficio de carniceros”, se define este holding, que llegó a comprarle la planta pampeana nada menos que a la compañía Cresud.


La Compañía Bernal o Ciaber tiene un frigorífico modelo en esa localidad bonaerense, Bernal. La planta tiene unos 60 años de antiguedad y perteneció históricamente a Finexcor, que llegó a liderar el negocio de carnes de la mano de la multinacional agrícola Cargill, hasta que el primer cierre de las exportaciones de carne en 2006, durante la primera gestión kirchnerista, malogró todos los planes. Es recordada la anécdota de cómo Guillermo Moreno obligó a vender la compañía a tres empresarios locales: los ya mencionados Riusech y Borrell y el dueño de Ecocarnes, otra planta de San Fernando, Omar Solazzi.


En los últimos años la empresa Coto, que comenzó cuando Alfredo Coto abrió una pequeña carnicería de barrio y ahora tiene decenas de supermercados en todo el país, comenzó a incursionar fuerte en el negocio de la faena propia y la exportación de carne. Su presencia se consolidó con la reciente compra de una planta de gran capacidad que pertenecía al grupo Mattievich en Rosario, y que se sumó a otros dos frigoríficos que ya eran propiedad de la firma.


Fuente: MATIAS LONGONI - BICHOS DE CAMPO

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