El año de la arveja: la nueva revolución verde
Creció la siembra, se espera una buena producción y los precios acompañan. La legumbre argentina tiene futuro pero debe profundizar cambios productivos y comerciales para jugar de titular. Un informe especial e interactivo con los datos más jugosos del negocio arvejero.
El cultivo de arveja es “muy buen negocio” este año. La afirmación de Adrián Poletti, de la empresa Incrementar, resume el presente de esta legumbre que tiene su principal territorio en el sudeste de Santa Fe y noreste de provincia de Buenos Aires y que experimentó un aumento del 20% en el área implantada en la última campaña.
Por primera vez en muchos años se combinan un escenario productivo “óptimo” y un contexto internacional que juega a favor de los precios, debido a la mala cosecha en Canadá, uno de los grandes productores mundiales.
Pero la felicidad no es completa. En medio de la fiesta, aparecieron los fletes y “se llevaron la torta y el champán”, grafica Poletti. Es que los altos costos logísticos, producto de las alteraciones que la pandemia provocó a nivel global, entorpecen la posibilidad de capturar totalmente esa oportunidad. Igual, el sector tiene un buen escenario de largo plazo, si genera los necesarios cambios de paradigma productivos y comerciales.
El retraso de la tecnología de semilla, con variedades de más de 20 años de antigüedad y poco mejoramiento nacional, es una de las cosas a cambiar. Una urgencia potenciada por la presión de un conjunto de enfermedades como el Oidio, que fue favorecida este año por el clima cálido y seco, con noches frescas. Esta enfermedad puede generar mermas en el rendimiento de la arveja de “entre 50% y 60%, y con una evolución rápida que no supera los 15 días”, detalló la fitopatóloga de Inta Oliveros, María Elena Lago.
La especialista acaparó la atención durante la Jornada a Campo Arveja que organizaron la Agencia Arroyo Seco y la Estación Experimental de Oliveros del Inta. Se realizó en un campo de la Cooperativa Agrícola de Coronel Bogado, y participaron, también, empresas proveedoras de insumos y los integrantes de la Mesa Provincial de Legumbres.
“Tenemos muy buen potencial y estamos en un momento en el que falta mercadería en el mundo pero los condicionantes externos, como los graves problemas logísticos, limitan el traslado a los precios de estos factores alcistas”, agregó Poletti. De esta forma, el mercado “va a tener movimiento” pero “no se pueden esperar locuras en materia de precios”.
Aún con esa aclaración, destacó que el nivel de producción y las cotizaciones están hoy por arriba que en otros períodos. Y subrayó que la legumbre será un negocio rentable y prometedor por mucho tiempo si se lo analiza “como un sistema” que se integra en forma productiva con otros cultivos como soja, trigo y maíz.
“Los cultivos sucesores a la arveja, que se siembra en invierno, se comportan como si no la hubiesen tenido, debido a que esta legumbre tiene un bajo consumo de agua y de nutrientes, y muchos de éstos últimos los fija del aire”, reflexionó Gabriel Prieto, que conduce la red de cultivares de arveja en la AER de Inta Arroyo Seco.
Esta características, agregó, la convierten en “una gran alternativa” y en un determinante de la ecuación económica en un planteo agrícola, ya que la contribución que realiza una arveja en materia de nutrientes, redunda en un ahorro en fertilización, por ejemplo, en el maíz que la sucede.
Prieto destacó, al respecto, que la única limitante que tiene es que “no se puede sembrar todos los años en forma continua, sino con intervalos entre cuatro y seis, debido a enfermedades que obligan a espaciarla”.
“En el sur de Santa Fe y noreste de Buenos Aires la campaña de legumbres es óptima, tenemos excelentes condiciones en la etapa reproductiva, como hacía 6 años no había”, dijo. El último relevamiento realizado en el área de influencia de la agencia Pago de los Arroyos contó 84 mil hectáreas implantadas, un 20% más que en la última campaña. Este crecimiento va de la mano de una tendencia que se consolida, como es el avance de los cultivos de invierno en los últimos años, sean cereales, legumbres y/o cultivos de cobertura. Y el potencial es aún mayor ya que “en la región pampeana central hay un 60% del área bajo barbecho susceptible de ser ocupado por las legumbres”, agregó.
“Estamos en un momento en el que falta mercadería en el mundo pero no se pueden esperar locuras en materia de precios debido a los graves problemas logísticos.
Prieto reconoció que el “ruido” a nivel internacional generado por la pandemia y por las malas cosechas en los principales países productores y exportadores, le dan a la Argentina “una gran oportunidad” para acceder a mercados en los que el país “aún no figura”, pero donde “tiene todo para crecer”.
“Este año es sobresaliente para la arveja en Argentina, al menos en la región núcleo”, dijo. Recientemente realizaron un relevamiento que generó “sorpresa” por el área implantada con legumbres y “por el estado en que se encuentra”. También explicó que la superficie se vio limitada por la poca disponibilidad de semilla de calidad.
El escenario nacional
Hoy se producen en Argentina 200 mil toneladas de arvejas, un 85% de la verde -conocida por el grano enlatado- y 15% de la amarilla, orientada a la producción de harina por su alto nivel de proteína.
Se exporta casi la totalidad y, según señalaron los especialistas durante la jornada a campo, Argentina dejó de venderle exclusivamente a Brasil y diversificó su mercado. “Hay muchas empresas que están exportando, una gran cantidad son pymes que realizan un enorme esfuerzo”, dijo Prieto. A diferencia de los commodities, la arveja (al menos la verde) es un especiality, de modo que su comercialización no se agota en “cargar un camión o un barco”, sino que “hay que ir a ferias, presentar el producto, hacer clientes, mantenerlos y llegar con el producto en tiempo y forma”.
En el mundo, en cambio, la mayor producción está concentrada en la arveja amarilla. “Es el trade mundial”, dijeron los especialistas, quienes consideran que Argentina puede subir el volumen de esta variedad si China se establece como un comprador habitual e incentiva la demanda. “El potencial de crecimiento está en la amarilla, estimular la producción de verde más allá de lo que se está haciendo ahora es peligroso porque podemos quedarnos sin mercado para vender”, advirtió Poletti.
Hoy la arveja amarilla en el país tiene un alto uso para consumo animal en los tambos, y por eso también la cuenca lechera del oeste santafesino es una región donde se produce mucho esta variedad.
La incursión en el mercado internacional requiere también de determinada estabilidad o previsión y, en ese sentido, están contribuyendo acciones que propician la formación de un mercado de referencia, como la que encaró la Bolsa de Comercio de Rosario. La entidad comenzó a publicar precios recabados de distintas fuentes, tanto locales como internacionales.
“Aún no hay volumen suficiente para poder tener un mercado transparente y, al ser un especiality, cada calidad tiene un precio distinto”, dijo Prieto, aunque reconoció que la iniciativa “es una referencia y un avance”.
También Poletti consideró esa iniciativa como “un muy buen primer paso” que podría derivar más adelante en una herramienta contractual. Pero para eso “falta desarrollo y volumen de mercado”, aseguró. Recordó, en tal sentido, que en Canadá, donde se producen 5 millones de toneladas de arveja, el cultivo no cotiza en Bolsa. Hoy los precios de exportación en el país son los que informa la Cámara de Legumbres de la Argentina (Clera) al Ministerio de Agricultura de la Nación para la formación de valores base.
Pero como la producción de arvejas “está pasando a ser un cultivo de producción de proteínas”, la variedad amarilla viene copiando desde 2018 la tendencia de las cotizaciones de la harina de soja, que es la principal referencia en el mercado proteico. “Si esto persiste durante siete u ocho años, tendremos una referencia que permitiría desarrollar una base contractual de precios, que le daría más previsibilidad al mercado”, agregó Poletti. El creciente mercado global de la sustitución de carne potencia este proceso.
Atento a la importancia del cluster legumbrero santafesino a nivel nacional, integrantes de la cadena del sector conformaron la mesa provincial. Su titular, Mauricio Díaz, explicó que productores, fraccionadores y exportadores participan de esa instancia que, entre otras cosas, trabajó en la confección de un protocolo sanitario. Integran también esa mesa la Bolsa de Comercio de Rosario, el Inta, la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR y el Senasa.
La Mesa de Legumbres Santafesina es una de las cinco entidades que conforman la Mesa Nacional, junto con el cluster del garbanzo de Córdoba, Clera y la Mesa de Legumbres de la provincia de Buenos Aires.
Este potencial que tiene la Argentina en el cultivo de legumbres no viene acompañado en el mismo ritmo con el desarrollo de tecnología, especialmente de semillas. “Es un camino que viene lento, hay pocos esfuerzos locales de mejoramiento nacionales como sucede en soja”, reconoció Prieto. Uno de ellos se expresa en el convenio del Inta con la Universidad Nacional de Rosario (UNR) para el desarrollo de dos variedades, que se van a licenciar. “En soja empezó así y es de esperar que en arvejas tengamos nuestro propio desarrollo de acá a cinco años”, dijo.
Este acuerdo dio lugar a la primera variedad de arveja verde llamada Primogénita FSA Inta, que recién fue inscripta en el Instituto Nacional de Semillas (Inase). “Estamos esperando establecer algún tipo de convenio de multiplicación con empresas para su comercialización”, dijo Andrea Espósito, del programa de mejoramiento vegetal de Inta y también docente en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNR.
“En el año 2014 comenzamos a trabajar para obtener nuevas variedades mejoradas de arveja y lenteja”, dijo la especialista y explicó que Primogénita ya fue probada varias veces a campo en la Zavalla, donde está la facultad, en la EEA Oliveros y en la red de cultivares de arveja que dirige Prieto en AER Arroyo Seco.
“Es una variedad que funciona muy bien, tiene buen rendimiento, buen porte y comportamiento frente a una enfermedad como el Oidio, que es muy común en arvejas y, depende del momento en que incida en el cultivo, puede afectar el rendimiento e incluso la calidad del grano porque lo puede manchar”, agregó Espósito.
El trabajo de investigación siempre estuvo orientado a obtener un buen comportamiento frente las principales enfermedades que afectan al cultivo. Pero, sobre todo, se busca “rendimiento y buen color verde de semillas”, indicó la investigadora. Lograron hacerlo con Primogénita.
Ahora están trabajando en una variedad de arveja amarilla. “Es otro tipo de material, es un grano más grande, tiene buen comportamiento no específicamente frente a esta enfermedad, sino en general, y lo que buscamos es rendimiento”, dijo. Lo que se busca allí es lograr un buen contenido de proteínas, algo muy demandado por las nuevas tendencias de alimentación (vegetarianismo, veganismo) donde las legumbres puedan ser utilizadas como sustituto de las proteínas animales (carne), mediante la fabricación de harinas.
Ese salto de calidad en la oferta de semillas es una de los principales desafíos tanto para el sector público como privado. “Había muchos reclamos de los productores porque las variedades más comunes que se siembran eran muy viejas, de más de 20 años, que a lo largo de las campañas se fueron mezclando y carecen de pureza genética”, indicó Espósito. Entonces, “desde el programa de mejoramiento, que es chico, intentamos empezar a ofrecer materiales con germoplasma nacional, que tenga una adaptación local ya probada, porque arrancamos desde el cruzamiento inicial y luego seleccionamos y evaluamos nosotros a los materiales en la región, lo que nos da ventaja frente a lo importado”, precisó.
También desde el sector privado ajustan la oferta para este nicho. En el recorrido a campo, los productores recorrieron estaciones en las que distintas empresas mostraron las últimas novedades en tratamiento de semilla, fertilización y protección de cultivos. Sobresalió la fuerte apuesta a los bioinsumos.
Estuvieron presentes las compañías Nutrien, Stoller, Rizobacter (Bioceres), Fitoquímica y Ando, que mostraron opciones como catalizadores bioquímicos de fertilizantes que mejoran la performance de los nutrientes a base de bacterias y bacilos que generan metabolitos secundarios; tratamiento de semillas combinado con hormonas y mezcla de micronutrientes; productos antiestrés para cultivos que necesitan recuperarse de heladas o derivas de fitosanitarios; productos microbiológicos para tratamiento de semillas incorporando la tecnología de bioinducción; curasemillas biológicos en base a hongos como trichoderma y otros bioestimulantes de semillas totalmente orgánicos y bioestimulantes para paliar situaciones de estrés.
Todo ese universo va camino a dar un salto en el cultivo, que el país necesita para posicionarse en este nuevo contexto global. Pero eso requiere un ecosistema que se base “en un ambiente agroecológico y en genética”, dijo Poletti, quien advirtió que las nuevas normas sanitarias de Europa, que ahora también rigen con más intensidad en Brasil, obligan al productor argentino a mirar con atención este “cambio feroz de paradigma”.
“El productor no puede desentenderse. Antes sus problemas terminaban en la tranquera y cuando le entregaban la mercadería al exportador o al procesador, pero lo cierto es que terminan en la góndola de un supermercado”, dijo el especialista quien recordó las prohibiciones de determinados productos fitosanitarios y químicos para el secado del grano.
“Son parte de una cadena comercial y tienen el milagro de tener un producto que salta en valor agregado de 400 dólares a 5.000 dólares”, dijo. Pero aprovecharlo requiere “manejo y un sistema de información totalmente distinto al que están acostumbrados”. Se abre, dijo, “una oportunidad gigante para Sudamérica”. Si se hacen las cosas bien, concluyó, Argentina “puede hacer escala, crecer y aprovechar el flujo de negocios que va a ser muy importante”, concluyó.
Autores: Sandra Cicaré y Álvaro Torriglia.
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