La historia de la empresa argentina que "entrena" abejas con tecnología del Conicet y se expande
Se trata de Beeflow, compañía fundada por Matías Viel que apunta a mejorar la biología de las abejas y generar una polinización dirigida. "En Argentina hay un potencial enorme en biotecnología", afirmaron.
“Hoy las abejas contribuyen en más de u$s500.000 millones en valor económico a partir de la polinización. Cumplen un rol central pero no son valoradas como se merecen”. Así resume Matías Viel, CEO de Beeflow, la importancia de los insectos himenópteros para el planeta y al mismo tiempo para el desarrollo agroecológico. Su empresa, fundada en 2016, utiliza patentes del Conicet para “entrenarlas” a para mejorar la polinización de cultivos. Recientemente recibió una inversión de u$s8.3 millones. Los planes de expansión.
Cuando pensamos en abejas, una de las primeras imágenes que viene a nuestra mente es el pinchazo de un aguijón y un llanto que sufrimos de chicos. Quizá por eso de grandes las evitamos apenas las vemos y hay quienes incluso prefieren ir más allá. Lo cierto es que el rol de estos insectos claro está que va más allá de lo que ocurre en nuestra pequeña burbuja de subjetividad.
Las abejas son responsables de polinizar cerca del 90% de las plantas silvestres y de hacer lo propio con el 75% de los cultivos del mundo. Al transportar el polen de una flor a otra, posibilitan la producción de frutas, frutos secos y semillas. Además, junto a otros polinizadores, son responsables del 35 % de la producción agrícola mundial como también de diversos medicamentos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Pensar en el rol de estos antófilos es poner el foco en la tarea silenciosa y a gran escala que realizan para que la población humana pueda alimentarse. Se estima que hay 20.000 especies de abejas y no solo el ser humano sino el sostenimiento del ecosistema planetario depende de ellas.
Sin embargo, la amenaza de extinción que sobrevuela sobre una buena parte de ellas debido a la producción industrial no sustentable y su impacto sobre el cambio climático preocupa a una parte de la sociedad civil y a numerosos científicos. Es el caso de Matías Viel, quien en 2016 fundó Beeflow, una empresa que se dedica a mejorar la biología de las abejas y al mismo tiempo “entrenarlas” para mejorar la polinización.
“Beeflow empieza en 2016 a partir de mi vinculación con Grid Exponential, una “company builder” que junta a científicos con emprendedores de negocios para crear empresas con base científica, basadas en la biotecnología. Allí conocí a Matías Peire, el CEO, y él me introdujo en el mundo de la biotecnología”, contó Viel en diálogo con Ámbito.
En aquel entonces, tomó contacto con científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y notó que había una oportunidad para innovar en temas relacionados a la polinización de cultivos y la biología de las abejas. “Había tecnologías que eran patentes del Conicet que nadie estaba licenciando. Se necesitaba tomar el rol y la responsabilidad para llevarlas al mundo y transformarlas en producto. Muchas eran tecnologías del país que requerían de un proceso de desarrollo de un producto para ser comercializadas”, explicó.
Así fue que comenzó el camino de una empresa que actualmente es pionera en el rubro a nivel mundial. “El servicio que brindamos a empresas agrícolas de frutas y verduras consiste en diseñar y ejecutar programas de polinización que apuntan a aumentar el rendimiento de los cultivos. Este incremento se da a partir de detectar que hay algunas deficiencias en la polinización, la cual es básicamente la interacción entre las abejas y las plantas”, contó el CEO de la compañía que actualmente participa de la cuarta edición del programa Scaleup de Endeavor, que busca apoyar a las firmas con alto potencial para ayudarlas a superar sus desafíos.
Tecnología al servicio del ecosistema
De no ser por las abejas y otros polinizadores como distintas aves, murciélagos y mariposas no existirían los arándanos, las manzanas, las peras, las ciruelas, los duraznos, los kiwis, el café o el cacao, por nombrar algunos frutos que habitualmente consumimos. “Cumplen un rol central pero en la agricultura no se han valorizado como se merecen en términos del rol y la contribución que generan a la agricultura en el mundo. Hoy las abejas contribuyen en más de u$s500.000 millones en valor económico a partir de la polinización”, graficó el CEO de Beeflow. Para comprenderlo en profundidad hay que entrar en detalle.
Actualmente, el portfolio de la empresa cuenta con dos tecnologías creadas por científicos del organismo estatal argentino y licenciadas en forma exclusiva. “Las dos tecnologías que utilizamos surgen del conocimiento argentino”, resalta en cada oportunidad Viel. La primera apunta a fortalecer a las abejas y la segunda a “entrenar” a la abeja a partir de una polinización dirigida.
En el primer caso, la licencia fue desarrollada por Conicet en conjunto con la Universidad de Mar del Plata y Viel explicó que lo que se logra con ella “es beneficiar su sistema inmunológico a partir de una alimentación de una molécula de origen vegetal que les permite estar más fuertes para que puedan polinizar mejor los cultivos a bajas temperaturas”.
Un ejemplo de su aplicación es el caso de los arándanos en Tucumán que florecen en agosto cuando hace frío. Por la mañana, las bajas temperaturas inciden negativamente en la polinización y lo mismo pasa con las almendras en Mendoza. Con esta tecnología lograron mejorar los rendimientos de ambos cultivos en un 90% y al mismo tiempo redujeron la tasa de mortalidad de las abejas.
La segunda tecnología es también desarrollo del Conicet en conjunto con la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y tiene que ver con resolver otro desafío: si las abejas tienen otro cultivo más atractivo alrededor del campo que tienen que polinizar, se distraen y se van a otras flores. Así lo explicó Viel: “Vamos a imaginar que estamos en un campo de arándanos y al lado hay un monte de eucaliptos. Si las abejas se van a los eucaliptos, que tienen más néctar y ofrecen más recursos a las abejas que los arándanos, va a ser un problema para el productor agrícola porque va a tener colmenas que se van a ir hacia otro lugar”.
Para resolver esta situación se asociaron con el doctor Walter Farina, un investigador del mencionado organismo estatal que hace 20 años se dedica a investigar cómo funciona el cerebro y la memoria de las abejas. “Junto a él, construimos una empresa que se llama ToBee, cuyo dueño es Beeflow, y la cual apunta a desarrollar nuevas tecnologías cuyo objetivo es generar una polinización dirigida, con el objetivo de condicionar la memoria de las abejas para que tengan más atracción por cultivos específicos”, dijo.
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